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05 de Enero, 2022

Hábitos atómicos para el 2022

por Jimena Canales

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El inicio del nuevo año es una gran oportunidad para potenciar nuestros hábitos positivos. El libro ‘‘Atomic Habits’’ de James Clear, best seller de Amazon en el 2021, nos regala una serie de reflexiones para triunfar en el 2022.

Antes de empezar, este no es un libro de autoayuda, sino que esta obra brinda un enfoque pragmático mediante una serie de tácticas, evidencias y experiencias del propio autor. De hecho, el primer mensaje revelador invita a romper un mito: desarrollar la capacidad de transgredir nuestro usual foco en las metas, y más bien enfocarnos en nuestros sistemas. Esto es, que, aunque tengamos metas muy ambiciosas, lo que realmente nos llevará a conseguirlas es lo que hacemos en el día a día. Si uno se fija únicamente en la meta, limita el potencial de lo que puede llegar ser. Dicho en las palabras de James Clear:

‘‘El enfoque debe estar siempre en convertirse en el tipo de persona que puede alcanzar una meta, no en la meta en sí.’’

Entonces, ¿cómo eliminamos la fijación obsesiva hacia la meta y construimos un sistema de hábitos para el éxito? ¿cómo construimos la identidad de quien logra sus metas, más allá de cuáles sean?

El autor propone las cuatro leyes del cambio de conducta, que nos permitirán afrontar nuestro futuro con libertad y plenitud. A continuación, comparto las principales enseñanzas que encuentro en cada una:

Primera ley: Hacerlo obvio

 ‘‘Mientras no logres transformar lo inconsciente en consciente, lo inconsciente guiará tu vida y tú lo llamarás destino.’’ Carl Jung

Esta frase precede muy bien lo que señala James Clear: muchos de los fracasos de nuestro desempeño se pueden atribuir a la falta de autoconsciencia. Para ser conscientes de nuestros hábitos, debemos encontrar la forma de identificarlos, prestarles atención y darnos cuenta de sus consecuencias a largo plazo.

Además de la autoconsciencia, es vital contar con una intención de implementación. Esta elimina ambigüedades y provee la precisión de una acción a realizar sin tener que tomar una decisión cada vez. Conducir nuestras acciones con intenciones evidentes aplica a hábitos diarios, pero tiene un efecto rotundo en nuestras vidas ya que dejamos de poner excusas vagas que nos impiden lograr nuestros sueños.

Kurt Lewin decía que la conducta (C) es una función (f) de la persona (p) dentro de su ambiente (a), o, C = f(p,a). Es decir, somos una respuesta a los estímulos de nuestro ambiente y contexto. Sin embargo, nosotros podemos ser los arquitectos de los ambientes, en lugar de sus consumidores, para diseñar un espacio que nos lleve a tomar el control de nuestros hábitos. Somos seres muy visuales, por ende, cambiando las señales a nuestro alrededor impactaremos en lo que hacemos. Por ejemplo; si quiero beber más agua durante mi jornada de trabajo, puedo colocar una botella de agua en mi escritorio cada mañana. Si quiero leer más, puedo dejar mi libro sobre la almohada de mi cama para leerlo antes de dormir. Si quiero hacer más networking, puedo reservar 15 minutos diarios en mi agenda para realizar contactos en LinkedIn.

Segunda ley: Hacerlo atractivo

 “Si quieres aumentar las posibilidades de que una conducta ocurra, entonces necesitas hacerla atractiva.’’ James Clear

La anticipación de la recompensa es más poderosa que la misma, una vez que se realiza la acción. Eso es se debe a que nuestro cerebro responde a estímulos que generan dopamina, y cuando el estímulo es superlativo, la incitación a la acción es mayor. Si bien esta práctica se ve en muchas industrias (alimentaria, modas, redes sociales, etc.), nosotros mismos podemos crear estos estímulos para la construcción de hábitos positivos.

Un modo es asociar los hábitos deseados a sentimientos positivos para hacerlos más atractivos. Por ejemplo; si el hábito que busco es correr todas las mañanas, lo asocio al sentimiento positivo de tomar una ducha después de hacer ejercicio. Si el hábito que busco es escribir semanalmente para el blog de mi empresa, lo asocio al sentimiento positivo de publicarlo abiertamente con los lectores.

Adicionalmente, es clave identificar dónde podemos adquirir estos hábitos (grupo social) con mayor facilidad. En la vida adulta tenemos total poder de decisión sobre con quiénes queremos invertir nuestro tiempo y para qué. La construcción de hábitos positivos requiere que elijamos con quiénes lo haremos, pues las personas que nos rodean ejercen una influencia crucial. Pongamos el caso de que quiera jugar tenis semanalmente, entonces buscaría unirme a un club donde este deporte se practique y me relacione con otros jugadores frecuentemente.

Tercera ley: Hacerlo sencillo

 ‘‘La idea es simplificar tanto como sea posible en el momento presente los hábitos que producirán una recompensa a largo plazo.’’  James Clear

Reducir las barreras favoreciendo el hábito positivo y eliminando el negativo es imprescindible. Curiosamente, este concepto se ha aplicado al mundo de los negocios cuando se implementó el lean management en fábricas japonesas para eliminar desperdicios en los procesos de fabricación (por ejemplo, reduciendo el esfuerzo de un operario para usar sus herramientas al colocarlas más cerca). Esto también es conocido como estrategia de adición por sustracción, o simplemente, menos es más cuando implica reducir puntos de tensión o distracción en nuestros procesos. Una pregunta que nos ayuda a lograr esto es: ¿cómo podemos diseñar un mundo en el que sea fácil hacer lo que es correcto? Es necesario que rediseñemos nuestra vida para que las acciones que importan más sean siempre las más sencillas de realizar.

Otro aspecto importante es poner en práctica lo que se conoce como como hábito umbral de 2 minutos. Si vas a conducir un largo trayecto en la autopista, los 2 minutos que te toma alistar el retrovisor, ajustar el asiento y ponerte el cinturón de seguridad son el ritual previo al trayecto de conducción. Una vez que pasamos este umbral, iniciamos una cadena de hábitos más complejos: concentración ante otros vehículos, seguimiento de las señales de tránsito, verificar la velocidad, entre otros. Entonces, el desafío para cualquier hábito que desee ser desarrollado con éxito son los 2 minutos iniciales que nos predisponen a las acciones subsecuentes. Esto se da en la conducción en una autopista, en la lectura de un libro, en el aprendizaje de un idioma, etc.

Al inicio solo lograremos instalar este hábito y quizá un poco más de los otros. Por ello, es fundamental enfocarse en este ritual y no frustrarse con el resultado esperado, pues debemos estandarizar antes de optimizar. Este tipo de hábito, que inicia con una acción sencilla, también nos ayuda a reforzar quienes somos por sobre lo que queremos obtener. Por ejemplo; ser un buen deportista que no falta a los entrenamientos, por sobre ganar todos los partidos. Ser una persona saludable que sabe alimentarse, por sobre bajar 10 kilos. De esta manera nos enfocamos en convertirnos justamente en la persona que alcanza sus metas, no en la meta en sí.

Cuarta ley: Hacerlo satisfactorio

 ‘‘Lo que se recompensa, se repite. Lo que se castiga, se evita.’’ James Clear

Esta frase sintetiza el comportamiento humano desde nuestros ancestros. Ellos requerían de la recompensa inmediata no solo como garantía del momento presente, sino de su futuro: cazar para comer, encontrar abrigo para dormir y agua para beber, de lo contrario morirían. Actualmente, nuestras recompensas no tienen tanto con ver con un futuro de vida o muerte, pero sí con un objetivo personal (por ejemplo, ahorrar para vivir en una casa en el campo, aunque ya tengas donde vivir y no morirás por eso). No obstante, nuestro cerebro funciona igual que el del Homo sapiens original, nuestro antecesor. Por ello, la necesidad de recompensa inmediata está latente e implica que reforcemos la satisfacción de logro moderado en el presente, para obtener un mayor beneficio en el futuro.

Esta lógica de asociar una satisfacción moderada en el presente, que igualmente traerá recompensas a largo plazo, se ha utilizado en el desarrollo de productos como la pasta de dientes. Los fabricantes no vieron una adopción acelerada de su producto hasta que le añadieron sabores como menta, hierba buena o canela. Los beneficios de la pasta dental no cambiaron con estas modificaciones, pero lo que cambió fue la sensación de gratificación de quien se lava los dientes y queda con un sabor más refrescante en su boca inmediatamente. Mientras tanto, las ganancias de su uso a largo lazo se mantienen perennes.

Así como conseguir que nuestros hábitos positivos sean satisfactorios mediante recompensas presentes, el progreso mismo es una forma de gratificación. Por esto, el autor recomienda tomar nota de nuestros hábitos en una agenda, calendario virtual o donde lo prefiramos. La idea es contar con una forma visible de monitorear el progreso diario, celebrarlo y retomar el cauce correcto ágilmente si nos desviamos.

En síntesis

Para alcanzar nuestras metas, lo determinante será establecer un sistema de hábitos positivos que sea sostenible en el tiempo. Como es natural, podremos equivocarnos, tener un mal día o no llegar a una fecha. No es el primer error el que nos arruina, sino la continuidad de errores que le suceden, si no los detenemos a tiempo. Una característica que distingue a los ganadores de los perdedores es que los primeros se recuperan rápidamente.

Este es un libro que evoca al autoanálisis, así como a la acción, para reducir la brecha existente entre nuestro desempeño y las metas a las que aspiramos.

Jimena Canales

Directora de Proyectos e Investigación en ISIL