Cultureaholic
por José Miguel Marchena
Nubank es un neobanco brasileño y la fintech más grande de América Latina. Con una valoración que alcanza los 25 mil millones de dólares es, además, según el ranking Fast Company 2019, una de las empresas más innovadoras del mundo,
Es cierto que en una gran medida su vertiginoso crecimiento está explicado en la versatilidad e innovación de su portafolio de productos, entre los que sobresale la famosa tarjeta de crédito internacional, totalmente digital y que se controla completamente a través de una aplicación móvil. Sin embargo, aunque puede resultar inusual en tiempos en los que la tecnología acapara la atención y se erige como la palanca exclusiva de los llamados procesos de transformación digital, el éxito de Nubank tiene su piedra angular en la cultura organizacional.
De hecho, la forma en la que el propio banco conceptualiza el término es simple y poderosa al mismo tiempo: “La cultura de una empresa es como un pegamento que une a todos los diferentes equipos. Esta garantiza que todos estén alineados y sepan cómo actuar para alcanzar un único objetivo en común”. Una cultura que lejos de caer en la retórica “customercentrista” persigue con convicción hacer felices a sus clientes porque es eso lo que en definitiva los ubicará en el epicentro de sus decisiones.
“La cultura se desayuna a la estrategia”, nos alertaba Peter Drucker hace ya muchos años y no se trata solo de un discurso. Según un informe de McKinsey publicado en 2016 los obstáculos culturales son la variable que muestra la mayor correlación con resultados financieros negativos. Para decirlo más claro, una cultura inmadura, obsoleta o adversa al cambio nos puede costar mucho más que el peor de los negocios.
Como bien anota David Velez, fundador de Nubank, lo importante al final del día es que nuestros clientes no compran nuestros productos, compran nuestra cultura.